Cuando niña siempre me llamaron la atención
estos seres tan enigmáticos, el primero que conocí fue el gato de mi tía que se
llamaba Sting… claro, por el cantante. Con él y mi abuelita ¡salíamos hasta a
comprar! ¡Me tenía una paciencia sin igual! Hasta que un día se aburrió y me
arañó el ojo después de que lo molestaba todo el día… ¡pobre Sting!
Mi mamá no me dejaba tener uno en casa porque
decía que eran hediondos… ¡ba! Pasaron los años hasta que un día de verano escuchamos
unos ladridos de mis perros y ¿adivinen qué era? Un pequeño gatito todo mojado
que habían tirado a nuestro antejardín. ¡Esa
fue mi oportunidad para tener en casa mi primer gatito! Awwwwww, mi madre no
pudo decir que no.
Resultó que ese gatito era gatita y la
nombramos Titi, ella aún existe teniendo hoy 12 años. De tontera, nos dejamos
llevar por esa creencia popular (que por lo demás es absolutamente falsa) de
que se ponían mañosas si las operabas antes de que fueran mamá, así que la
dejamos tener una camada. Fueron cuatro gatitos hermosos, regalamos dos y nos
quedamos con las restantes, Cholita y Luna. Luego llegó Sofía y Trini.
Trini me acompañó en todos mis años de universidad.
Es la gata más enojona del mundo, pero la amo igual. Me alegra la vida y me entrega
cariño cada vez que lo necesito. Mi casa no sería lo mismo sin ella. Siempre he
querido tener más gatos, pero es difícil que Trini me lo permita, de todas
formas ¡lo intentaré!
Quise comenzar contándoles esto, pero
continuaré con artículos dedicados a los felinos. Se recibe cualquier tipo de
idea.
¿Qué experiencias gatunas tienen ustedes?
Cariños =^.^=
No hay comentarios:
Publicar un comentario